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Canal Diocesano - Popular TV

Radio Santa María de Toledo "PAN DE VIDA"

Pueden escuchar el programa de radio "Pan de Vida" del Arzobispado de Toledo, España. Programa dedicado a fomentar la Adoración Eucaristica perpetua en la Diócesis de Toledo desde que se inició en el año 2005. Lo interesante de este programa es que durante la primera media hora son testimonios de personas que participan en la adoración y cómo les ha cambiado la vida. En la segunda parte D. Jesús, sacerdote y rector de la Capilla, aclara dudas que le surge a la gente, con sencillez y fiel a la doctrina. El Horario (ESPAÑA) Jueves 20 a 21 horas-- Viernes 1 a 2 horas-- Sábado 0 a 1 horas-- Domingo 9 a 10 horas

miércoles, 17 de febrero de 2010

LA CUARESMA EN LA ACTUALIDAD


LA CUARESMA EN LA ACTUALIDAD


La fiesta de la Pascua se nos presenta como la cima o el momento crucial en el que convergen un periodo de preparación, que llamamos Cuaresma, y otro más largo de carácter festivo y alegre, que los antiguos llamaban Pentecostés y que nosotros ahora llamamos Pascua.
La Cuaresma existía en la Iglesia desde las primeras comunidades cristianas.
En el principio duraba una semana, ya en el siglo III se prolonga hasta los cuarenta días, y así permanece hasta hoy. El número 40 es muy simbólico, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, evocando siempre preparación. Recordemos los cuarenta años que el Pueblo peregrinó por el desierto antes de entrar en la tierra prometida, o los cuarenta días de ayuno de Moisés y Elías, para prepararse al gran encuentro con Yavé, o los de Jonás y del mismo Jesús en el desierto antes de iniciar su predicación del Evangelio.
Desde sus primeros momentos la Cuaresma tiene un profundo sentido de oración, penitencia, reflexión sobre la Palabra de Dios y ejercicio especial de la caridad.
En el transcurso de los siglos cambian las formas de estas prácticas cuaresmales.
Hoy no son iguales aquellas penitencias: vestirse de cilicio, cubrirse de ceniza, largos catecumenados antes del bautismo, etc. Aunque la idea fundamental y principal prevalezca en la actualidad.
De manera clarividente y precisa, el Vaticano II señala en la Sacrosanctum Concilium (n. 9) cómo debe ser la Cuaresma en nuestros tiempos. Desde mi óptica de seglar, me permito recordar y subrayar los aspectos más importantes que todos debemos afianzar en nuestra vida, con fe, ilusión y coraje, en este hermoso tiempo de gracia que es la Cuaresma.
Dimensión bautismal. Es imprescindible descubrir y tomar conciencia de los impresionantes bienes que nos confiere el bautismo, que a veces soslayamos con facilidad y no terminamos de vivirlos con la intensidad debida. El mayor bien de todos es hacernos hijos de Dios, partícipes de su naturaleza divina por la gracia.
Esta Cuaresma debemos plantearnos esta conversión: vivir la singular e inefable condición de hijos de Dios, por medio de la vida de Gracia consciente, creciente y difundida, desechando el pecado que rompe nuestra amistad filial con el Padre Dios.
Otra prerrogativa que nos da el bautismo es la de ser miembros de la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo. Debemos sentirnos Iglesia, porque lo somos, vivir en comunión con ella, amarla con pasión por muchas razones, defenderla, trabajar con ella y por ella, sacrificarnos y ofrecernos con generosidad a su servicio, que es el de Cristo.
Estos días estoy viendo y leyendo que algunos cristianos dicen públicamente que están a favor del aborto. Hay que recordarles, por si lo ignoran, que al proceder así tienen rota su comunión con la Iglesia de Jesucristo.
La tercera facultad, que al mismo tiempo es una exigencia, es la de ser apóstoles.
Por ser hijos de Dios, seguidores de Jesucristo, miembros de su Iglesia y capacitados por el Espíritu Santo, participamos de la misma misión de Jesús, como se nos indica en el rito del bautismo, que es Sacerdote, Profeta y Rey.
Dimensión penitencial. En todas las religiones el hombre intenta borrar su pecado y aplacar a Dios –o a sus dioses– mediante la penitencia. En la historia del Pueblo de Israel, la idea y la práctica de la penitencia es fundamental para su desarrollo.
La misma predicación del Evangelio comienza llamando a la penitencia (Marcos 1,4). Jesús nos lo enseña: «Si no hiciereis penitencia, todos pereceréis»
(Lucas 13,3). Los apóstoles, de acuerdo con el libro de los Hechos, «oraban, ayunaban y hacían penitencia», y así lo predicaban.
La penitencia no pasa de moda, siempre es necesaria. Muchos de los lastres del cristianismo es por falta de oración y penitencia. ¡La Cuaresma, que es tiempo de gracia, nos brinda la ocasión de ejercitarnos en este gran valor, a ejemplo de Cristo, porque la necesitamos en nuestra vida espiritual y humana!

JOSÉ DÍAZ RINCÓN

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