CONOCER A JESUCRISTO (1)

Jesucristo es el Mesías prometido enviado por Dios para salvarnos. Él es el centro vital, la razón de ser y la gran verdad del cristianismo. De diversas maneras expresa la Biblia que solo la fe en Jesucristo nos hace partícipes de la vida eterna. De diversas maneras expresa la Biblia que sólo la fe en Jesucristo nos hace partícipes de la vida eterna. El que invoca a Jesús se salva. El que le conoce y le sigue será siempre dichoso. «No se nos ha dado otro Nombre, entre el cielo y la tierra,
por el que podamos salvarnos» (Hch 4,12). El mismo Jesús dice: «En esto consiste la vida eterna: en que te conozcan a ti, Padre, y a tu enviado Jesucristo» (Jn 17,3). La carta a los Hebreos le presenta así: «El Hijo de Dios que, siendo resplandor de su gloria e imagen perfecta de su ser, sostiene todas las cosas con su palabra poderosa y que una vez realizada la purificación de los pecados, está sentada a la derecha de Dios en las alturas».
Aunque hayamos oído hablar mucho de Jesús, incluso le conozcamos y tengamos amistad con Él, sabemos que es imposible conocerle en profundidad y plenitud, porque es Dios y por tanto es infinito en todo. Personalmente llevo toda mi vida tratándole con intimidad y confieso que cada día me siento más fascinado, interesado y entusiasmado por Él, cada momento descubres nuevas dimensiones, se siento uno más atraído y con mayores deseos de conocerle, tratarle y estar con Él, y así nos lo demuestran todos sus amigos de todos los tiempos.
Os emplazo para que hagáis por conocer lo que piensan de Jesús los santos, los que querais. Es alucinante comprobar la fe, la admiración, la pasión y el amor que manifiestan todos. Los grandes santos nos dejan perplejos, edificados, interrogados.
Solo algunas frases acerca de Jesús de estos amigos suyos, de carne y hueso como nosotros, nos dejan admirados, interesados y estimulados para conocer mejor a Jesucristo.
Los testimonios de los mártires de toda la historia son irrefutables, impresionantes y edificantes. Hagamos por leer en el Año Cristiano o en otras biografías que podamos tener a mano, las vidas de algunos de ellos. Os garantizo que no quedareis defraudados y serán una fuente de formación segura y estimulante.
Cuando hablamos de Jesucristo, no sólo hablamos de un personaje colosal y extraordinario de la historia, sino de alguien que vive y está entre nosotros. «¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?» (Lc 24,5) interpelan los ángeles a las mujeres que van al sepulcro el día de la Resurrección. ¡Cristo vive! Esta es la gran verdad y realidad. Lo evidencia el hecho de que hoy se ama y se odia a Jesús hasta el extremo. Lo podemos comprobar. ¿A qué personaje histórico, por muy grande o señalado que haya sido, se le ama hoy hasta dar la vida por él, o se le odia hasta el extremo de querer eliminar, matar o perseguír a todo lo que tenga relación con Él?
En primer lugar, podemos conocer a Jesucristo en el Evangelio. La próxima semana os recordaré otros medios en donde lo podemos hacer.
Los evangelios componen el único Evangelio de Jesús, se escribieron para dar a conocer a Jesucristo, ésta fue su razón principal. No son una biografía, aunque por ellos conocemos muchas cosas de la vida de Jesús. Son los relatos verídicos de los testigos inmediatos de Jesús, sobre su Persona y su Mensaje o Buena Nueva.
En los Evangelios existen parábolas, discursos o partes que, por su profundidad, por sí solas, aunque no existiesen otras, nos descubren a Jesús y lo que enseña. Por ejemplo: con sólo la parábola del hijo pródigo (Lc 15,11-32) podemos conocer al Dios-Padre que nos presenta Jesús. Con la parábola del Buen Pastor (Jn 10, 7-21) se nos manifiesta Jesús tal como Él es. En el Sermón de la montaña, que en san Mateo ocupa tres largos capítulos, del 5 al 7; o el Sermón de la Cena, que san Juan describe en los capítulos del 13 al 17, podemos conocer en síntesis lo que enseñaba y cómo es Jesucristo. Incluso las siete últimas palabras de Jesús en la Cruz, son un resumen preciso y precioso de quién es Jesús y lo que predica.
Hagamos de nuestra mente un Evangelio y de nuestro corazón un sagrario para rumiarlo con amor. Leamos mucho el Evangelio, hagamos oración con él y orientemos nuestra vida desde sus postulados. Jamás nos cansaremos, ni seremos defraudados, porque conocer a Jesús es vivir,amar, es gozar y es reinar.

JOSÉ DÍAZ RINCÓN